domingo, 14 de septiembre de 2014

adictos





La imagen, la palabra, el gusto, compartir... La idea.

Veo un curioso documento en el que una serie de personas relevantes de la Historia hacen uso de un objeto para llegar a la gloria y el poder de dominar, de pasar a ser un nombre en el listado importante de nombres importantes. Es un objeto que recuerda un sacrificio final, y es un objeto de culto espiritual, pero la ciencia demuestra que al ser tan sagrado y tener tantas connotaciones históricas, resulta que se han hecho miles de copias y que ninguna de ellas es auténtica. Prevalece el poder de la idea, de la creencia.

Cuando empiezas a adormecerte con una imagen recurrente que produce la suficiente armonía como para llegar a soñar, cuando esa imagen es también un deseo o una intención que supera tus propias expectativas, simplemente por ser mejor..., empiezas a mantener una conducta, un hábito y una disciplina. 

Siempre que vemos ese modo de aparente belleza, queremos llegar a ser como, a parecernos. Es curioso que una imagen, una palabra, un objeto, ni siquiera algo tan simbólico como una doctrina de fe, esperanza y caridad -por ejemplo- sean tan poderosos, sea el resultado de una piedra que tiramos en el agua tranquila, para que seamos lo que queremos.

Hay todo un lodo primigenio y una bacteria que vive en un infierno que ha sido posiblemente un paso fundamental en el proceso de esa esencia que queremos ver en nosotros mismos. Y renunciar a todo ese proceso simplemente porque: nos gusta, comentar, compartir..., no es tan sencillo, no es una simpleza.

La neurona espejo, el caos, la fuerza y la masa, la energía, todo medio o materia en la que podemos formular un momento de belleza, tiene una serie de letras griegas, de incógnitas, de ceros y de secuencias que tal vez puedan ser concebibles y comprensibles, pero ninguna tiene tanto poder como la ecuación en la que convergen variables tan inciertas y misteriosas como el amor, la lucha interna y feroz contra los fantasmas que aparecen, la fatiga y el dolor de la muerte, el fracaso y la soledad, la crisis y el descontento cruel, la incertidumbre como un principio básico para crear.

Y es ahí, es en esa recaída, en ese punto de no retorno y en ese fondo de lodo sobre el que el agua es limpia y transparente, donde está el sentido de este pequeño recurso que se llama comunidad. Esa es la base de un pequeño intento de recuperar algo espiritual que es también la realidad de la vida. 

Antes que una promoción sobre los valores o una definición de las actitudes que nos hacen ser "ADICTOS", tendremos que llegar a conocer un poco y a reconocer en los otros, ese mismo efecto. AMOR, COMPRENSIÓN, ESPERANZA Y FE.

Alguien que escribe mejor, que piensa mejor, que tiene más éxito, puede ayudar. Alguien puede expresar con menos palabras, mejor estilo, mayores recursos, este mismo pensamiento.

Alguien dice que basta de aguantar a la gente que no te quiere, la mala educación, el rencor..., seguro que ya lo hemos leído. Y seguro que es famoso..., pero aquí y ahora ese poder es nuestro.

Caeré muchas veces en la autocompasión, seré un auténtico plomo, lleno de miedos y de fobias...

Pero en ese caos, siempre querré comprender, aprender, superarme a mi mismo en esos momentos de pérdida. Lo intentaremos unos pocos y seguro que llegaremos a algo. Aunque la máquina falle..., ten fe. Nada se pierde si alguna vez se escribió o se pensó. Cualquier idea es posible si la imaginas: ya existe. Alguien la recogerá, y como adictos que somos, la recuperaremos.


Buen día estés donde estés...