Son burbujas que revientan 
cuando las olas se abren y se funden
en la orilla del mar 
que fluye entre corrientes, 
discurre por laderas inundadas, 
montañas, cordilleras, valles y cuevas. 
El movimiento de los olas y del agua 
entera que de ríos dulces se alimenta 
en manantiales y de las venas 
que sobre la tierra se abren camino 
entre rocas y fuego, lodo y la vida entera.
Ayer fue un tiempo que aún está latiendo 
y convulso, en trazas y nervios 
que el viento dibuja como fieras, 
serpientes ligeras que se aparecen 
y al instante vuelan. 
Pero en este ciclo de formas y maneras, 
lee y habla un saber antiguo 
sin decir nada es todo historia  
vida y muerte y guerra.
Al desdén y al olvido 
lleva el curso de este camino, 
cuando al fin una vida, 
la más mínima energía 
se transforma como un látigo, 
en un chasquido sobre una piel tersa. 
Y se rompe y de la herida 
se vierte el viscoso líquido sobre la tierra. 
Curvas y rectas se mezclan 
en signos de letras formando versos 
que canta el viento y el mar. 
Preguntas que no son hechas  
son respuestas. 
De la decepción, 
el yo soy también aprende 
y espera a no ser más 
y ser silencio y un desierto infinito. 
Un escenario vacío y la aceptación 
de ser como es, 
cuando aparece no parecer 
el yo más único que soy, 
la sed y el agua juntos.

 
 
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