viernes, 19 de octubre de 2012

de la fauna y la flora local, Shelma


Después de haber ingerido una dosis doble de tranquilizantes, Shelma se levantó aquella mañana con un extraño sabor de boca, una amarga sensación de que el día que acababa de empezar ya había terminado y que su té matinal no iba a conseguir despertarla de aquella pesadilla consciente... Las píldoras las tomo para no tener sueños y poder dormir tranquila -decía- pero al despertar se sentía tan acorchada y perezosa que a los diez minutos de beber la infusión -sin teína, por supuesto- caminaba como un autómata hacia la nevera para abrir un litro de cerveza y así poder acabar de despertarse. Pensaba que era una especie de reacción para combatir el estreñimiento y que gracias a los efectos diuréticos, se sentaría en el trono reventando todo su intestino en una explosión deliciosa y liberadora... 

A Shelma ya no le gustaba desayunar... Era un momento muy delicado en que tedría que enfrentarse a sus palpitaciones y a esa sensación de aburrimiento que llevaba años arrastrando... Tras su carrera como comercial y sus incursiones como asesora de asuntos en China, había vuelto a su país en busca de una idílica jubilación, pero su espíritu chocó en determinado momento con su extraña alma gemela, una alcohólica bipolar que vivía de glorias pasadas y que aún mantenía ciertos aires de iluminada...

Vivan en una casa que por razones econòmicas nunca llegaba a ser un hogar, lo llamaban vida espartana, pero en realidad lo que no querían era echar raíces, pues cada cinco años sus contratos de arrendamiento subían y se tenían que ir a otro sitio donde encontrar un alquiler accesible...

Entonces comenzaba la rutina del día para no perder las buenas costumbres inculcadas durante años en su carrera como funcionaria. Zanganear por la casa, dar de comer a los gatos, tomarse las vitaminas y regar el geranio de la entrada... Y que bonito estaba mi geranio... Asearse y ponerse algún modelito austero pero urbano, aunque fuera a un bar de payeses, a comprar su prensa y trastear por la calle de un pueblo perdido lleno de personajes anodinos que eran la fauna local... Y pertenecer así a la sociedad fuera cual fuese y no dejarse llevar por la molicie..., sin duda una disciplina que yo no he conseguido llevar en años... 

Había que medrar y daba igual que fuera Levante que Tramontana que los sofocantes aires del Terral. Llegar al grupúsculo de la alta burguesía y acomodarse contando historias que en algún momento se acabarían y la desgracia de conservar una buena memoria, impediría repetirse incansablemente. Pero funcionaba al menos durante aquellos periodos en los que el contrato de alquiler se mantenía en vigor... Luego sin explicaciones, hacían la mudanza y huían como desencantadas de la miseria intelectual y la penuria de la gente corriente de aquí, de allí, de todas partes... 

Me sentí víctima de su pretensión durante algunos años y la verdad que agradecía poder conversar con personas que se tragaban largos seriales de cine y horrendos programas de televisión que nunca he conseguido ver, pero contados por ella, parecían interesantes... Lograban qué algo ordinario y espantoso fuera una hazaña digna de comentar, como aquella gorda loca que se había ido a una isla en el Caribe y que después de comer tierra y ranas con hojas, casi se ahogó tras un brote iracundo intentando escapar nadando del programa, entre tiburones, mientras que el que le salvaba le animaba diciendo que acababa de quitarse una hemorroides con una cucharilla para animarle... Si..., me reía col Shelma y por suerte, caí en desgracia poco antes de su marcha a otros lares... Siempre pienso que hice algo mal, pero voy comprendiendo que no es así... 

Ahora lo recuerdo como una de esas cosas que te pasan en la vida y que crees que tubieron importancia, pero en realidad fue todo circunstancial y traté de dar lo mejor de mi, que no es oro ni dinero, pero si mi atención y mi hombro cuando lo necesitaron... Y es mejor así..., para todos, desde luego, es mejor para mi aprender que la gente de paso no son amigos, que los amigos no se conservan como una mermelada y que lo dulce y lo amargo  es parte de esa relación que uno consigue con tan pocos en la vida... 
Que es mejor evitar las nuevas compañías a no ser que sean para hacer negocios o para algún polvazo casual, que no era el caso... Aunque siempre dudé sobre aquel jardinero que siempre se quedaba con la novia en casa, arreglando cosas que luego se rompían otra vez, entonces volvían a quedarse a solas y Shelma era la primera que con espíritu resignado, decía: son cosas de ella y prefiero no ver lo que hacen porque me aburre... Corazón que no ve..., 

Queridas mías, espero que me hayáis olvidado... Vuestro paso por la isla llenó algún que otro vacío pero no ha dejado ninguna huella y me alegro mucho que estéis bien y lejos... 

Sólo los que juegan a ese aburrido deporte social acaban por ser odiados y sentenciados a la categoría de trepas absurdos que no llegarán a ninguna parte... Aunque nada es suficiente, y hombrecillos así con ansia de poder los habrá siempre, yo espero que mi “nada” sea al menos discreta y mantenerme alerta ante próximas amenazas...

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